¿Qué queda de la antigua muralla de Sevilla?
Sevilla fue tiempos pasados la ciudad mejor amurallada de Europa. Para combatir el aumento de población, las puertas reales o públicas (también las había privadas) se ensancharon y se hicieron coincidir con las calles principales de la ciudad, de forma que se facilitara el paso de personas, monturas y carruajes. En total, las murallas de Sevilla llegaron a contar con trece puertas y seis postigos.
Su recinto de torreones y muros fue construido por Julio César, y perfeccionado por Augusto.
Pero fueron los árabes al año 1147 cuando completaron la soberbia obra ensanchando la ciudad y amurallando también la zona ensanchada. Desde 1147 hasta el siglo XIX, el recinto de Sevilla abarcado en murallas era del siguiente modo.
Antiguas puertas y postigos de la muralla de Sevilla
Puerta de la Macarena
- Puerta de la Macarena. Era la antigua Puerta del Campo, popularmente conocida en la actualidad como Arco de la Macarena. Por ella pasaron nada menos que cinco reyes: Fernando III, Isabel de Castilla, Fernando de Aragón, Carlos I y Felipe IV. Como es natural, a lo largo de tantos siglos, la puerta ha recibido numerosas obras, reformas, restauraciones y reconstrucciones, conservándose algunos mármoles empotrados en sus pilares que recuerdan dichas efemérides, además de otro, muy curioso, de 1.630, en el que se recuerda a los soldados de servicio en la puerta que no pueden ejercer sus funciones fuera de ella.
Puerta de Córdoba
- Puerta de Córdoba. En realidad es una Torre-Puerta, con disposición en recodo, situada frente al convento de Capuchinos y pegada a la iglesia de san Hermenegildo. Ambas puertas, junto al Postigo del Aceite en el Arenal, fueron las únicas que se salvaron en el siglo XIX, siendo derribadas las restantes durante la revolución de 1.868, también llamada La Gloriosa. En el interior de la Puerta de Córdoba se sitúa el calabozo en el que San Hermenegildo estuvo confinado hasta su ejecución.
Puerta del Sol
- La Puerta del Sol. En la unión de la calle Santa Lucía con las calles Madre Isabel de la Trinidad y Sol. Era llamada así por estar orientada hacia levante y tener grabado un enorme astro rey sobre el arco de entrada. A su lado existía una de las torres más altas de Sevilla, también llamada del Sol. Tanto la puerta como la torre cayeron ante la piqueta revolucionaria que, poniendo como excusa la expansión de la ciudad y “la necesidad de hacer de Sevilla una ciudad moderna”, se llevó por delante casi veinte siglos de historia para venderlos como material de derribo.
Puerta del Osario
- Puerta del Osario. Estaba situada en la confluencia de las calles Puñonrostro y Osario. Debía su nombre a la existencia de un cercano cementerio extramuros. Tenía embutida una capilla dedicada a Virgen del Rocío. En el año 1.578, y siendo Asistente de la Ciudad el conde de Barajas, fue renovada y subsanados multitud de desperfectos que en ella produjo la acción del tiempo. La última remodelación finalizó en 1.849. Veinte años más tarde era derruida.
Puerta de Carmona
- Puerta de Carmona. Se encontraba al final de la calle San Esteban, en su confluencia con el Muro de los Navarros. Como la anterior puerta, fue reconstruida totalmente en 1.578, en que siendo Asistente de Sevilla el conde de Barajas; se le dio una forma sencilla y elegante, colocando en el frontal las armas de los Duques de Alcalá. En uno de sus costados terminaba el acueducto conocido como los Caños de Carmona, del que se conservan tres pequeños tramos, dos de ellos a pocos metros de donde se encontraba la puerta y el otro en la avenida de Andalucía, a la altura de la barriada de los Pajaritos. Fue derribada en 1.868.
Postigo del Jabón
- Postigo del Jabón. Se encontraba en la mediación de la calle Tintes. No sólo fue destruido, sino que en la actualidad me ha sido completamente imposible encontrar cuadro, grabado o siquiera dibujo que lo hubiera representado.
- Puerta de la Carne, en la esquina de Santa María la Blanca con Cano Cueto. Recibió diversos nombres, como otras muchas de la ciudad; así, se la denominó Puerta de Vib-Ahoar (nombre del alarife musulmán que la construyó), Puerta de las Perlas, Puerta de la Judería y Puerta de la Carne (por la proximidad de un matadero) que es el apelativo que finalmente perduró.
Postigo del Alcázar
- Postigo del Alcázar, que daba entrada desde lo que hoy es Menéndez y Pelayo a los jardines de Murillo, que entonces eran parte de la huerta del propio Alcázar. Era de origen almohade y sustituyó la torre-puerta califal. Recibió otros nombres: de la Torre del Agua, del callejón de la Judería o de la Huerta del Retiro.
Arquillo de la Plata o Puerta de la Victoria
- Arquillo de la Plata o Puerta de la Victoria. Fue uno de los accesos naturales hasta los Reales Alcázares. También llamada Puerta de Abdelaziz se encuentra frente al lugar donde antaño estuvo el Postigo del Carbón, en la confluencia de la calle Miguel Mañara con la Avenida de la Constitución. Esta puerta no perteneció a la muralla, sino al recinto del Alcázar.
Puerta de San Fernando
- Puerta de San Fernando. Fue una puerta construida en el XVIII al extremo de la calle San Fernando al construirse la Real Fábrica de Tabacos, hoy Universidad de Sevilla, y quedar dicha fábrica incluida dentro del recinto amurallado de la capital hispalense. Este tramo existe todavía y, aunque queda oculto por la hilera de casas del lado derecho de la calle san Fernando, puede contemplarse perfectamente desde el Jardín Inglés del Alcázar. O al menos éso se creía ya que, a causa de las obras de instalación del Metrocentro, se descubrió que, en realidad, estaba situada en el centro de la actual calle San Fernando. Los restos se catalogaron y luego se cubrieron de nuevo, tal como sucedió en otros puntos del recorrido del nuevo medio de transporte urbano.
Puerta de Jerez
- Puerta de Jerez, situada en la actual Plaza Puerta de Jerez; a la entrada de la Avenida de la Constitución. En el espacio comprendido entre el Hotel Alfonso XIII, el Palacio de Yanduri, y la Fuente de los Meones. La Puerta de Jerez, ya existente en la época musulmana, estaba formada por dos torres unidas por un gran rastrillo que se bajaba durante la noche. En 1.836 se remodela significativamente, eliminando el rastrillo y las torres y dándole a la puerta un aspecto más moderno. Desgraciadamente, pocos años después, concretamente en 1.864, es derribada.
Postigo del Aceite
- Postigo del Aceite, que todavía hoy existe junto al edificio de Correos, al final de la calle Dos de Mayo. Da salida al barrio del Arenal desde la Avenida de la Constitución. Su origen se remonta al año 1.107, en tiempos de Ben Yusuf, aunque fue muy reformado en el siglo XVI por Benvenuto Tortello, previo encargo del primer conde de Barajas. En el siglo XII tuvo una función diferente, y era conocida como bad al-Qatay (Puerta de Barcos), ya que a su lado se levantaban las atarazanas para la construcción de navíos. Más adelante consta en algunas fuentes como Puerta de la Alhóndiga, Puerta del Aceite o Puerta de la Aceituna.
Puerta del Arenal
- Puerta del Arenal. Dicha puerta estaba en la confluencia de las Calles Arfe, Federico Sánchez Bedoya, García de Vinuesa, Harinas, Castelar y Antonia Díaz. Recibía el nombre del amplio arenal que a partir de ella se abría hasta el Guadalquivir, extendiéndose desde la Torre del Oro hasta la Puerta de Triana, en lo que hoy es el barrio de la Carretería. A este lugar llegaban los barcos procedentes de las Indias y de otros lugares del mundo.
Puerta de Triana
- Puerta de Triana. Se encontraba ubicada en la confluencia de las Calles Zaragoza, San Pablo y Gravina. Era la única que poseía tres arcos, por lo que se le llamó Puerta Trina, que rápidamente derivó en Triana por tratarse de la comunicación natural con dicho barrio a través del puente de barcas.
Puerta Real
- Puerta Real. Estaba situada en la intersección de las calles San Laureano, Alfonso XII, Gravina y Goles junto a la Capilla de la Hermandad de Nuestra Señora de las Mercedes, en una pequeña placita en la que se encuentra un pequeño resto de la muralla original almohade, que ostenta una lápida de mármol, en la que se refleja la visita real.
Postigo de San Antonio
- Postigo de San Antonio. Estaba situado entre las calles Curtidurías y Santa Ana, detrás del convento de San Antonio de Padua, cuya entrada principal sigue siendo por la calle San Vicente. Fue abierto en el siglo XVII para comodidad de los frailes de dicho convento a la hora de administrar los Santos Sacramentos a enfermos y moribundos.
Puerta de San Juan
- Puerta de San Juan, en la calle Guadalquivir, entre la calle San Vicente y calle Torneo. Hasta el siglo XV fue llamada Puerta del Ingenio y, posteriormente, se le cambió el nombre por estar situada en el barrio de San Juan de Acre. Frente a ella existía un muelle en el que se descargaban mercancías procedentes del Nuevo Mundo, que siguió en uso hasta el año 1.574, en que entró en servicio el nuevo muelle construido junto a la Torre del Oro.
Puerta de la Barqueta
- Puerta de la Almenilla o de la Barqueta, en la calle Calatravas, cerca de su desembocadura a calle Torneo, en una plazoleta llamada el Blanquillo.
Postigo de la Feria
- Postigo de la Feria o de la Basura. Al final de la calle Feria, esquina a calle Bécquer. No existe la menor información sobre él, sobre su diseño, su tamaño, etc.; sólo el nombre, que debió ser porque esta sería la salida al exterior de los residuos de la ciudad. Y como en otras puertas, por aquí también pasó la piqueta a finales del siglo XIX. Así que como tampoco queda nada.
Postigo del Cuco
- Postigo del Cuco. En la Calle Bécquer, y a escasos metros de este último acceso, pero en un lugar que no está muy claro. Se debe su nombre a una colonia de estos pájaros que anidó en ella. En sus inicios, este acceso no puede considerarse como una puerta, era una brecha aparecida en la muralla, construida a base de frágil tapial. Con el tiempo se convirtió en entrada y salida del centro de la ciudad, por la que evitar pagar los impuestos a la entrada de productos a la ciudad.
La historia de las murallas de Sevilla
Las murallas, aunque desde 1492 habían terminado las guerras de moros, se conservaron intactas, porque defendían a Sevilla contra las inundaciones del Guadalquivir, y solamente a partir de 1864 se derribaron murallas y puertas, cuando los progresos en la construcción de muros de defensa hidráulica, y las desviaciones y las rectificaciones del cauce del río, las hicieron innecesarias.
Tal vez, si el fenómeno del turismo se hubiera adelantado en cincuenta años, Sevilla hubiera valorado sus murallas, no como defensa contra inundaciones, sino como motivo artístico, y atractivo turístico, y se hubiera conservado como una interesantísima reliquia y un rico patrimonio cultura.
Restos supervivientes
Las puertas y postigos que sobrevivieron
En el momento actual, quedan en pie la Puerta de la Macarena y el Postigo del Aceite, y la mitad de la Puerta de Córdoba frente al Convento de Capuchinos.
Estas puertas conservan unas piedras verticales, con dos ranuras en las que se encajaban tablas para impedir que el agua entrase en la ciudad cuando había inundaciones en el campo circundante.
Trozos de historia que quedaron ocultos
Aunque las murallas se derribaron en parte en el siglo XIX, quedan muchos trozos de ellas. Visibles las hay en la Macarena, desde el arco de la Macarena hasta Capuchinos.
Además hay un gran trozo de murallas con varios torreones, dentro del convento o colegio del Valle, en la calle María Auxiliadora.
También quedan lienzos de murallas enteros en la calle Gravina, aunque no se ven porque quedan tapados con las casas, y por la otra cara también los tapan las casas de la calle Marqués de Paradas.
Hay otros trozos de muralla en la calle Rositas, y un largo lienzo en la calle Castelar, también ocultos por las casas.
En la Puerta Real, o sea al final de Alfonso XII a la izquierda, queda un torreón de muralla árabe.
Tras largos siglos, siguen aún con nosotros…
De las torres defensivas principales que tuvo Sevilla, a más de los torreones de muralla, continúan existiendo la Torre del Oro, en el paseo de Colón junto al río Guadalquivir; la Torre de la Plata que es visible desde la calle Temprado, pero que está rodeada de edificación, encerrada en un garaje de la calle Santander, aunque asoma, como decimos, su parte alta por encima de dichas edificaciones, puede verse y fotografiarse desde la puerta del Hospital de la Santa Caridad.
Otra torre defensiva, algo alejada de la muralla, es la Torre de Don Fadrique, situada dentro del compás del Convento de Santa Clara, en la calle Santa Clara, que puede visitarse por ser propiedad del Ayuntamiento.
En el momento en el que se construyó el conjunto residencial situado en la Plaza del Cabildo, frente a la Catedral de Santa María de la Sede, se descubrió un lienzo de muralla árabe que estaba oculto por edificaciones, y que se ha dejado ahora visible. También en la calle Menéndez y Pelayo, junto a la farmacia Fombuena, ha aparecido un cubo de muralla que igualmente se ha dejado limpio y visible, como adorno de aquel lugar, reliquia de un pasado arquitectónico que a todos interesa conservar.
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